Recuerdo a Aladino como un niño fino que no crecía como los demás y se esperaba que se libraría de ir al servicio militar debido a su corta estatura. Pero cuando le llegó el tiempo de sortear los quintos, alcanzó inesperadamente y en poco tiempo, contra todo pronóstico, una altura normal, con lo cual no tuvo más remedio que cumplir con la patria. No les iba mal ni era el servicio del todo inútil para los mozos de los pueblos aislados como era el suyo, pues conocían algo del exterior y aún aprendían a relacionarse y algún trabajo diferente a los monótonos del campo.
Es posible que alguien recuerde sus relatos más exactamente que yo, que soy dado a inexactitudes colosales, pero que no desvirtúen el meollo de lo que quiero transmitir, y aún que a veces lo puedan resaltar. De todos modos creo que las “mentiras” mías no son tan maravillosas como las inofensivas que utilizaba Aladino.
P.e , Cuando entraba yo en el bar, siempre se levantaba a saludarme y luego de invitarme y preguntarme que qué tal por Barcelona, proseguía con la aventura, que delante de una cerveza y rodeado de los habituales, estaba contando.
Si alguien hablaba de osos, quizás para tirarle de la lengua, él contaba que para oso grande el que viera esa misma tarde cuando estaba tapando el agua en el prado de Tardelo: Medía por lo menos 10 m y debía pesar una tonelada. Se puso de pié pero él con la batidera le había plantado cara y el oso se fue por el monte arriba con el rabo entre las piernas.
Si alguien hablada de corzos, pues lo mismo: Que si los cuernos medían tánto y cuánto y si álguien osaba ponerlo en duda, juraba por su vida (que me muera aquí mismo si no es cierto como hay Dios)
Y no es que bebiera en exceso, pues nunca se emborrachaba, creo, pero le salían las exageraciones sobre cualquier cosa de la que se hablara.
Ya de mayor y viudo este hijo de la tía Manuela y del tío Benino, vecinos del Aira do Teso se fue a vivir con su hijo a Cacabelos, pero era corriente verlo a menudo por Villar y escucharle contar maravillas que le ocurrieran ahora ya por las tierras del Bierzo.
No era mayor cuando se fué. Y supongo que en el paraíso seguirá contando maravillas de su tierra en la que tanto trabajó de jóven. Y hasta puede que fueran verdad…