San Cosme
San
Cosme es un pueblo situado próximo al pueblo de Veguellina y se llega
después de subir una empinada pista por la que pueden circular los
coches, no sin algunas dificultades. Es reivindicación de sus habitantes
el que puedan tener un acceso digno para un pueblo, que como
comenzaremos a ver tuvo gran importancia en la Edad Media.
Cuando la
invasión sarracena presionaba con sus fuerzas el norte peninsular, eran
muchos los eclesiásticos de la España visigoda que recorrían caminos
para esconderse y preservar la fe con la que habían comulgado.
Siguiendo
los caminos dejados por los romanos en la explotación del oro de la
Leitosa (Veguellina-Vegueiliña) llegaría un tal Genadio a un paraje
espléndido, escondido, exuberante, con gran cantidad de madera, al lado
de una fuente de abundante agua y con un río cercano y un monte que
proporcionaría no solo la paz espiritual sino también las necesidades
alimentarias a los futuros monjes.
Allí, próximo al monasterio, por
el camino de Villar, una cantera proporcionaría la piedra necesaria para
la construcción del futuro monasterio.
Allá, por el año 931 ya
constituido el monasterio, el abad Andrés recibe un donativo del
prebístero Novidio y en 940 recibe donaciones de un tal Servo Dei y su
mujer Lezenia en el pago llamado Olleros (San Pedro de Olleros). En el
mismo año el abad Andrés firma la confirmación de una donación que hace
el rey Ramiro II al monasterio de Santiago de Peñalba y seis años más
tarde (946) firma como Andrés de San Cosme y Damián en el concilio de
Irago, presidido por Ramiro II y por el obispo astorgano Salomón.
Por
el año 952 aparece como abad Esteban recibiendo donaciones que le hacen
Cirtute y Reside de una villa llamada Arganzuela (¿Arganza?) con una
iglesia de San Pedro y una buena cantidad de viñas en los poblados
cercanos de Fore, Quilós, Canedo y Magaz. Es este abad un hombre
preocupado por una prosperidad material del monasterio añadiendo
propiedades en todo el Bierzo desde Moreda hasta los Ancares (Vetules).
En 983 aparece Hermenegildo como abad y siguen las donaciones “para la manutención de los monjes”.
Era
un monasterio de propiedad real, tal vez utilizado por algún rey en
alguna que otra partida de caza, dada la abundante cantidad de jabalíes y
venados en sus alrededores. Esto viene a cuento ya que es Bermudo II
quien dona este monasterio a la Santa Iglesia de Astorga en el año de
998. Es aquí donde se delimita la situación del monasterio. Comienza
acotando el monasterio desde Parada Valer (¿Paradaseca?) y desde allí va
por el coto de Nuctoso (¿Nuctuoso->Luctuoso-> LuctuosaàLeitosa?) y
desde allí a aquella peña de la Torva (as penas da Torga) y desde allí
desciende donde se juntan las aguas de Burbia y de Villar (rio Tejeira) y
va sobre el río que llaman Bueno (río Bueno->rio bono->río
bon->Ribón) y termina en la fuente de Escallos.
Decir que el hecho
de que aparezca con otro nombre (“El monasterio de San Cosme y San
Damian está cerca del monte que llaman: Piedra Caballar cerca del río
Burbia, en el lugar de Frasinedo”), hizo dudar de la existencia de otro
monasterio, pero son muchos los lugares coincidentes, para que se dé tal
suposición.
Corría el año 1013 cuando el abad Guiniverto de San
Cosme recibe donaciones tan lejanas como la dada en Santa Colomba, cerca
de La Bañeza. Todas estas donaciones se hacen por el bien del alma de
quien hace la donación.
Se pierde en la memoria el monasterio hasta
que en 1057 aparece un particular Pedro Pelagiz pleiteando por una
posesión en Prado. Tal vez esta sea la época donde comienza el declive
en que los lugareños tratan de recuperar posesiones al verlas en el
abandono.
Es en 1120, cuando aparece doña Urraca, mujer que en sus
correrías por el reino de León vino a dar a luz al monasterio de San
Cosme y como no podían asistirla dentro del monasterio los monjes
habilitaron un hórreo, que todavía se conserva.
Esta reina en
agradecimiento por los cuidados recibidos por los monjes y la gente del
lugar donó el citado monasterio al obispo Pelayo de la diócesis de
Astorga ya que había sido usurpado en tiempos de su abuelo el rey
Fernando. También les concede a los habitantes de esta tierra el título
de nobleza “hijos de algo” y les exime de servir al rey en la guerra,
privilegio que confirma Carlos II (siglo XVII), confirmación hasta
Fernando VII (1825) en que deja de ser reconocido. Tal vez de alguna de
estas confirmaciones sea el hecho que contaba mi madre que había
escuchado a los antiguos, que un día que estaban en misa, por lo tanto
San Cosme conservaba una iglesia, llegara un caballero montado a caballo
y con un pergamino en la mano leyera el citado documento ante los allí
presentes.
También, no es menos cierto que los mozos del municipio de
Paradaseca, intentaron hacer valer este derecho de exención al ser
llamados a filas en nuestra contienda más reciente (guerra civil
1936-1939).
En la última época aparece el monasterio involucrado en
un litigio con el monasterio de San Andrés de Espinareda por el asunto
de que unos hombres súbditos del monasterio entraron en el coto de San
Cosme, cortaron madera y se llevaron las piezas cobradas en la cacería.
Es aquí donde aparece defendiendo los intereses de monasterio de San
Cosme un “tenente” llamado Juan Martínez, o sea ya no había abad sino un
encargado de administrar los bienes de la que sería una parroquia. Este
era el año 1123 y el pleito lo ganó el tenente al que era abad de San
Andrés, que en su descargo alegó que no conocía el referido coto.
En
Marzo de 1218 el obispo de Astorga Pedro Andrés da carta de fuero a
todos los que quieran morar en la vega de San Cosme (¿Veguellina?) y le
permite romper en el monte desde la fuente de Arnosella, por el rodero
hasta la peña de Escallos, excepto el prado del río Bueno (Ribón),
poniendo la obligación de pagar 3 sueldos de moneda corriente por año.
No
conocemos más, históricamente hablando, pero es de suponer que el
monasterio caído en el abandono fuera aprovechada su piedra por los del
lugar, reduciéndose con el paso del tiempo a una simple parroquia, de la
que recordaban los antiguos que fue iglesia o capilla conservándose
todavía la pila bautismal que se encuentra en la casa de los herederos
de la tía Milia.
Tenemos noticia de San Cosme cuando viene por aquí
el teniente Munárriz a dirigir la que debería ser la Real Fábrica de
hierro tirado de San Fernando eligiendo como lugar de asentamiento lo
que hoy se llaman las Herrerías. El lugar es elegido por lo escondido
que estaba, para evitar que las tropas francesas destruyeran estas
incipientes acerías, que es lo que solían hacer con sus incursiones por
las Vascongadas. El mineral a explotar procedería del alto de la
Mirandela y el proyecto era tan ambicioso que se pretendía incluso
fabricar aquí los fusiles del ejército.
La invasión francesa truncó el
proyecto. Munárriz habla de los habitantes de esta zona de la hidalguía
que conservaban, propia del privilegio otorgado por la reinina aunque
fueran descalzos con el ganado en pleno invierno.
Pero la historia
quedaría incompleta, sino contara algo de mis antepasados, todos
habitantes de San Cosme, de mi bisabuelo que con 83 años se subía a los
castaños a varear los castaños, mi abuelo “el tío José” que cambió un
negocio floreciente en Costa Rica por la abundante caza de estos montes y
ya más cercanos, la tia Milia que mató una raposa de un cantazo,
Genoveva que con 70 años trepaba as “cereixales” mejor que yo con 7 o el
tio Germán que igual era capaz de encepar una escopeta dejándola como
nueva como de coser a un descalabrado con la pericia de un cirujano. A
todos ellos y demás que no menciono que hicieron de San Cosme un lugar
para la historia y sobretodo a mi madre Zenaida por recordarme siempre
que allí donde el monte lo cubre todo hay abundante agua y las mejores
cerezas, peras y nueces del mundo.
Texto escrito por Juan José Rodríguez
Profesor de Secundaria y Doctor en Ciencias Químicas
Nota:
Pudiera haber alguna inexactitud en estos comentarios, ya que en
algunos casos escribo de una memoria que no siempre se recuerda con la
exactitud deseada. Los datos históricos están recogidos del libro del
Pbro. Augusto Quintana.