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miércoles, 12 de noviembre de 2014

El niño perdido y hallado en ... Villar



Cuando pequeño yo era muy traste. No era malo no, pero hacía maldades. No había día que no "recibiera" de mi madre algún "cariño" nada grave, ya se sabe cómo son los castigos de una madre.

Lo más grave que me hizo fué darme con el gancho de la cocina económica en la frente donde conservo la marca. Una marca perpetua que le agradezco pues al mirarme en el espejo me acuerdo cariñosamente de ella. Eran tiempos de cierta penuria para casi todos en Vega de Espinareda y su lucha conmigo al final dió algún fruto pasable. Y era difícil.

 Yo en los recreos y siempre que podía escabullirme de casa o de la sastrería, me reunía con la pandilla para jugar al futbol: En el pradón, en la plaza , en la carretera de piedras, en cualquier explanada, lloviera o hiciera sol. Era un vicio...El caso es que las zapatillas no me duraban dos días. Y no resultaban  baratas por aquel entonces. Hablo hasta mis  11  años...


Por Villar las madres te mandaban  a que te comieran  los lobos y a que los "rayos te partan" y otras lindezas, que por supuesto no salen del corazón. Era un desahogo compensatorio.
Pues bien una vez, no tendría aún  9 años, con las zapatillas rotas y encharcadas como de costumbre  me presento en casa y ya mi madre harta  y muy enfadada me compra otras zapatillas porque había que ir a la escuela y me dice:

-Como las traigas mañana rotas no vuelvas a casa porque te ... (y aquí una palabra que me asustó)

Al día siguiente las zapatillas rotas otra vez.

-Y ahora si no puedo entrar en casa porque me e... ¡qué puedo hacer!

No lo dudé. A la salida de la escuela me voy a Villar con la abuela María.

Al parecer yo era un niño bastante sensible y realmente creí la amenaza y  tenía pánico de volver a casa. Así que cogí el camino de Villar que conocía a la perfección de haberlo recorrido varias veces al año y en vacaciones con alguno de mis padres.

 Pasé por el Valle, subí a San Pedro y entre San Pedro y Prado me fué entrando miedo, no tengo porqué no confesarlo. Iba pensando en qué podría pasarme y qué haría si se hacía de noche y salía algún lobo. Pero no podía volver atrás, así que recé: "Angel de la guarda, dulce compañía, no me abandones ni de noche ni de día" y más reconfortado  continué la escapada.


De pronto vi que me acompañaba un perrito que debía estar de ronda por allí y figurándome que era  mi ángel de la guarda (tenía imaginación de niño nacional-católico)  ya me tranquilicé y seguí con más entereza. El perro me acompañó hasta la salida de la cuesta de Veguellina y  al entrar en término de Villar, se fué quedando atrás. Pensaría que ya había cumplido su misión de escolta. Sería de Veguellina y se habrá marchado a su casa. Feliz él que la tenía para volver.

A tales horas ya debían empezar a preocuparse en mi casa, pero como no había teléfono y la gente viajaba poco no tendrían noticias del niño perdido. Lo habrán pasado francamente mal aquella noche porque nadie daba noticias .


⦁    Ya desde Veguellina a Villar, a pesar de no venir el perro se me fue pasando el miedo, aun así ya iba corriendo a ratos. Llego a Villar y luego de preguntarme donde iba y contestar que con la abuela María, me dijeron que estaban todos reunidos en la amplia cocina de leña,   en casa de la tía Encarnación, era día de matanza (todos eran mis abuelos Serafín y María, mis tíos Benjamín e Irene y Vitorino, una especie de escudero de mis tíos y por supuesto también estaban los anfitriones Luis,  Encarnación;  y también  Rosalía.  Se quedaron de piedra cuando les dije que no podía volver a mi casa en Vega, por esto y esto...

⦁    Mi tío Benjamín que era quien más me conocía me quiso reñir  fuerte pero Luis me defendió y mi abuela María me preparó la cena  y fue a su casa en el fondo do lugar a prepararme la cama. Al día siguiente el abuelo Serafín preparó el caballo y los tres de retorno a Vega. Yo con un miedo enorme pensando en la paliza que me esperaba por parte de mi padre (esas eran de verdad) Suerte que la abuela Pepa, que vivía con nosotros junto con su marido el Galocherio tio Domingo de Burbia , siempre se interponía y no era raro que recibiera sin querer ella algo de lo que yo merecía.
 
⦁    No fué así. Encontré a mis padres relativamente  aliviados, pues al parecer había llegado un cliente de San Pedro a encargar unos pantalones de pana negra, y me conocía,  y que les dió cuenta de verme pasar el día anterior hacia Prado.    Después  de una preocupación mayúscula y alegres porque no me había pasado nada de lo que habían podido llegar a pensar me recibieron  sin una bronca. Seguro que mi madre habrá rezado la tira de responsos a San Antonio "Si buscas milagros mira muerte y horror los desterrados..." y por eso el hijo pródigo, mejor dicho el "cabrito pródigo" llegó sano y salvo y muy alegre de no recibir la paliza esperada por la trastada.
⦁    Después llegaron noticias de que me habían visto cruzar por Prado , pero no sabían quién era. Luego fue tema de conversación en el Valle, Veguellina y sobre todo en Villar dode se sabía, y se sabe, siempre todo de todos.

⦁    HOY RECUERDO CON NOSTALGIA EL BUEN RECIBIMIENTO DE LUIS Y FAMILIA. DIOS SE LO PREMIE.     .


⦁    PD. La luctuosa noticia nos vino de Barcelona. Isolina, no sé cómo lo hace pero se entera de lo que pasa por aquí más pronto que muchos de los que por aquí estamos.