Narbolina se pasea de la cocina al portal
2 con dolores de parir que le hacen de arrodillar.
--¡Quién me diera aquí a mi madre o a mí n`el Valledal!
4 La pícara de su suegra como la quería engañar:
--Vete, Narbolina, vete a parir al Valledal,
6 que las madres a las hijas mucho más suelen quitar.
--Cuando venga mi don Pedro, ¿quién le va a dar de cenar?,
8 ¿quien le quitará la capa?, ¿quién se la pondrá en su lugar?
--Yo le quitaré la capa, yo se la pondré a su lugar;
10 yo le daré del pan blanco que tú sueles amasar;
yo le daré del buen vino que tú tienes en el cubal.--
12 (Y) a eso de la una y media don Pedro ya viene ya.
--¿Dónde está mi espejo, madre, que no me salía a esperar?
14 --Perguntas por el de vidrio o por divino cristal?
--Ni pergunto por el de vidrio ni por divino cristal,
16 pergunto por mi Narbola, que no me salía a esperar.
--La pícara ` tu Narbola fue a parir al Valledal;
18 como si aquí no hubiera pan y vino que le dar,
como si aquí no hubiera con que el niño empañar.
20 --(Y) Ay, prepáreme la capa, que me la voy a buscar,
ay, prepáreme la capa y prepáreme el roldán.
22 --Si tú no la matas o la mandas a matar,
el ganado de tu madre, ya nunca más lo verás;
24 el caballo de tu madre, nunca más lo montarás.
(Y) a mí me ha llamado puta y a ti pájaro roldán.
26 Las llaves de tu cofrillo en poder del cura están
Ay, prepáreme la capa y prepáreme el roldán.
28 ay, prepáreme la capa, que me la voy a buscar.
(Y) Arre, mi caballo, arre, arre mi caballo el mar;
30 las herraduras de oro (y) te las vas a gastar,
que en una hora y media siete leguas ha de andar.--
32 De esos trazos que él dio al burro, ya le hizo relinchar.
Narbolina, que lo oyó, no deja de suspirar.
34 --Allí viene don Pedro, madre, que viene enfadado ya.
Cierra puertas y balcones y no lo dejéis entrar.--
36 Siete vueltas dio al palacio ninguna ha pudido entrar;
(y) a eso de las siete y media va una criada y sal.
38 --Bienvenido seas, Pedro, bienvenido seas ya;
tienes un hijo muy guapo, Dios te lo dé pa criar.
40 --Ni que la madre se logre, ni que el hijo coma pan.
Dile a Narbola que baje, que es hora de caminar;
42 --Tú qué vas a hacer, don Pedro, mira que te ha mucho mal;
mujer de una hora parida, ¿cómo podrá caminar?
44 --Dile a Narbola que baje antes que lo vuelva a mandar.
--Ay, déme el vestido, madre, que me tengo que marchar.
46 Ay, no me dé el de seda, ni tampoco el de sedal;
déme el de pelegrina, que me lo voy a manchar,
48 tengo hermanas que los gasten esos y otros tantos más.
Adiós padre, adiós madre, vecinos de este lugar
50 para mí se acabaron
las fiestas, los celandones, hechos en el Valledal.--
52 (Y) la agarrara del brazo y la montó en el roldán.
Anduvieron siete leguas (y) en sin palabras hablar;
54 de las siete pa las ocho don Pedro encomienza a hablar.
--¿Cómo te va Narbolina, cómo te va con tu mal?
56 --A mí me va bien, don Pedro, mira pa la ancla el roldán.
Los campos por donde van cobiertos de sangre están,
58 los ríos por donde iban cobiertos de sangre iban.
Un hombre vino detrás y no ha podido pasar.--
60 --A madre llamaste puta y a mí, pájaro roldán;
las llaves de mi cofrillo en poder del cura están.
62 --Ni a tu madre llamé puta, ni a ti pájaro roldán;
las llaves de tu cofrillo en nuestros bolsillos van.
64 Anillos de nuestros dedos aquí están pa presentar.--
(Y) al llegar a una ermita y también una ermital.
66 --Ay, apéame, don Pedro, que me quiero confesar.
--Aquí no hay confesor, ni cura pa confesar.
68 --Ay, apéame, don Pedro, si me quieres apear,
que mis pecados son pocos, me los han de perdonar.--
70 Mientras ella se confiesa don Pedro se fue a pasear.
Cuando vino del paseo la su mujer fría está.
72 --Pobre hombre de mí en el mundo que mi mujer fría está;
pobre hombre de mí en el mundo y el niño sin bautizar.--
74 Y de una hora para otra, el niño comienza a hablar:
--Rey Celinos, rey Celinos, padre no te he de llamar,
76 que por no me bautizar al limbo me voy a parar,
que por no me bautizar, para aquella oscoridad.
78 Las campaninas de Oviedo tocan a la mortandina.
Dichosina de la mi madre, que pa los cielos camina.
80 Las campaninas de Oviedo tocan a la mortandad:
desgraciada de mi abuela, que pa los infiernos va
82 y mi padre, rey Celinos, yo no sé cómo él irá,
que por no me bautizar, pa limbo voy a parar.
84 que por no me bautizar, para aquella oscoridad.--