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miércoles, 15 de octubre de 2014

Eterno Retorno



El primer recuerdo consciente que tengo de la carretera de acceso a Villar se remonta a finales de los años 50 del siglo pasado (siglo XX). La década anterior ya había ido con mis padres a Cacabelos, pero no tengo memoria de ello porque yo  aún era un lactante . Al parecer mi padre , a poco de nacer yo y venir él de la guerra (corría la primavera del año 1939) se empleó en una sastrería  de Cacabelos que regentaba un maestro conocido por "Pichichi". La razón de este nombre me es desconocida aunque pudiera ser que, además de sastre, fuera el máximo goleador del equipo local, si es que entonces existía ya tal trofeo futbolístico.
 El viaje del traslado en  esta primera epopeya  ha podido ser en caballo o en carro, y la carretera hasta Paradaseca debía  ser, con toda seguridad , un mal camino estrecho y lleno de piedras cortantes , cuestas imposibles, curvas de vértigo y con más desigualdades que una pista de trial. . Y de
Parada hasta Villafranca era, según referencias, una pista algo mejor y también más peligrosa, puesto que bordeaba un alto y prolongado  barranco sobre el Burbia obligando  a maniobras suicidas cuando se cruzaban dos vehículos. Fue construida o mejorada en tiempos de la dictadura de Primo de Rivera. Y digo mejorada puesto que ya debía existir alguna pista de acceso a Parada desde inicios del siglo XIX con motivo de la construcción  del efímero complejo fábrica de armas - herrería en la Leitosa a orillas del río Burbia a la altura de Ribón
 Hasta 15 años más tarde no volví a recorrer el camino carretero de Villar (que seguía igual de duro , o incluso quizás más, debido al desgaste y el descuido) y este primer recorrido consciente no fue de Villar a Villafranca sino al revés. Era verano y  volvíamos por primera vez de Barcelona en el Shangai,  el mismo  tren  de asientos de madera de la ida,  con locomotora de carbón y  que nos dejó  en Toral de los Vados tras 30 y tantas horas de  traqueteo, trasbordos incluidos (Zaragoza, Ariza y Valladolid). En Toral hicimos el trasbordo al  entrañable trenecillo , hoy fuera de servicio, de Toral a Villafranca El viaje de 20 km desde la Villa a Villar fue a pié y cargados con la casa a cuestas como los caracoles y los antiguos peregrinos de la vieira , aliviándonos del calor y del cansancio en las fuentes del camino: Valquente, Ribón, Fonte do Rodo… Yo tenía 17 años recién cumplidos y eran las primeras vacaciones que nos tomábamos para venir al pueblo, desde que cuatro años antes nos trasladáramos de Vega de Espinareda a San Baudilio de Llobregar (hoy sant Boi) en la provincia de Barcelona
Me parecía como si hubiera pasado un siglo desde mi partida y cuando desde Fungaliñeira divisamos el pueblo, entre sol y sombra pues era ya a la  tardina, no pude evitar la emoción y se me escaparon algunas lágrimas…que por suerte pasaron desapercibidas, pues eran tiempos en que  los hombres no lloraban.... aunque yo sólo fuera entonces un proyecto, pues  me había convertido en adolescente y mi sorpresa fue mayúscula cuando al llegar al pueblo, el tío Lorenzo e.p.d, quien bajaba con el carro cargado de hierba de la Regueira de Oucedo, me saluda- luego de sacar del bolsillo del chaleco, hecho por mi padre,  la pipa y llenarla con picadura de su leira del  Noguedo- con un: -Toñito ¡ ahora ya eres Don Antonio!

Ante este tratamiento, que también repitieron otros paisanos, entre ellos quiero recordar, tía Argentina que estaba en pico do Lugar hablando con el maestro Don Jesús , yo quedé algo perplejo y con una sensación indescriptible. Entonces caí en la cuenta de que a los titulados bachilleres revalidados de la época, ya les trataban de Don. Como a los maestros, los curas y los médicos. Como a los hidalgos en la Edad Media.
Me hacía gracia, no exenta de cierta molestia, que gentes para quienes siempre había sido el bullicioso rapaz Toñito (y por suerte me siguieron y me siguen llamando así tanto los paisanos que aún viven, como los de las nuevas hornadas que me conocen) me dieran ese tratamiento. Lo que no sé, aún a estas alturas, es si Pili, la atractiva hija de la tía Argentina y del tío Ramón, ya ostentaba ese título o lo alcanzó  posteriormente. En cualquier caso, ambos  hemos  sido los primeros vilaregos en poseerlo . Un tiempo  después, nos siguieron Moncho, los hijos de Ester y del maestro: Chucho y Javier.Y hoy las nuevas generaciones de raíz vilarega están ya entre la media nacional de bachilleres.
Me desfogué lo indecible volviendo a corretear coleccionando "potes"  por los senderos del Castro, por los prados de la Margulleira  buscando estálamos, por los bordes de los de Valourio cogiendo avellanas,  por el camino de la Pontiga apañando morodos, subiendo a  los guindos que tenían los abuelos en los Entralgos, embadurnando los morros con las moras de la moral del huerto de mi abuela la a María  … persiguiendo y revincando a las rapazas  que - las comprometidas-  se escurrían como anguilas…
¿Cómo estaba el pueblo? Pues a tono con el camino-carretera. El país no acababa de salir del aislamiento de posguerra, y las aldeas montañesas de la antigua Merindad de la Somoza seguían estáticas en su abandono ancestral. Ningun tipo de servicios , salvo los que se prestaban unos vecinos a otros; Las casas sin luz eléctrica ni agua corriente ni desagües. La lavadora eran las lavanderas en el río que en invierno no era raro encontrarlo helado. La luz por las noches era la luna cómplice de los jovenes en la calle y el ganzo en las casas a veces ayudado por el candil de gas, siempre mortecino, siempre vacilante. El teléfono, siempre con alcance local limitado eran las campanas de la Iglesia tocando a concejo, alguna vez a muerto... La televisión aún con menos alcance era el espejo invariablemente rayado y roto por alguna de sus esquinas, y casi siempre, con un único autoespectador. El transporte para el abastecimiento y emergencias lo consituían algunos equinos y sobre todo el polivalente coche de San Fernando, ya se sabe: Unas veces a pié, otras andando.La calefacción era, ésta sí, de calidad. Pues el fuego de leña de rebollo era sano y calentaba mejor que la mejor estufa moderna, ya sea de gasoil, eléectrica, bomba de calor…
 Los recursos siempre justitos, debido a la condición poco propicia del terreno, se limitaban a la ganadería en pequeña escala, con un promedio de tres vacas y media docena de cabras por vecino, en régimen comunal de viceiras; uno o dos cerdos por familia y una docena de gallinas por corral. Cultivo de hortalizas (nabos, berzas, judías…) por las exiguas e hiperparceladas  tiras de regadío en  las riberas de los dos ríos: Los que bajaban de Tejeira y Porcarizas
. Castañas,  y en las tierras y searas de secano: patatas y pan (centeno) que, cuando se cultivaban en la Alzada, era de ver el acarreo de abono  de ida y vuelta con cuatro horas de camino. Era preciso una doble pareja de reses y ayuda humana, yo diría que sobrehumana, para subir el carro de ruedas macizas arrastradas por el  eje fijo por el espeluznante y empinado camino, en gran parte sobre peña viva, de la Sierra
.  "¡Veña oh,  Marela, Garbosa, me cago en diós, ye en todos os santos!
Máximo esfuerzo para mínimo rendimiento. Y así año tras año, década tras década, generación tras generación. Si alguna gente merece reconocimiento, los paisanos de por aquí, son acreedores a un monumento nacional. Porque trabajaban de sol a sol, a veces en terrenos ariscos y quebrados, con técnicas rudimentarias y primitivas, como el arado romano, el mallo, el pesado carro chillón
, guadaña, …Como compensación podría decirse que los productos tenían el valor añadido de ser 100% ecológicos. Hoy, que ya casi nadie cultiva en la zona podrían pagarse a precio de oro. ¿Quién se anima?
 La parva economía familiar se paliaba un tanto con la pesca libre de truchas (Tiolindo el camposo, y Don Jesús el maestro nacional eran verdaderos campeones que crearon escuela. También tiraban  bien la caña  los hijos del Secretario de Parada) el cultivo de pequeños colmenares familiares (Tío Benito,Tío Manuelón y tío Leonardo en Pico do Lugar, tía María, entre otros en el Fondo do Lugar) Y si cuadraba algunos enjambres
 (tenían maña y aficción Vito, Luidino y Delmiro) Tambien la venta del "corno" del pan proporcionaba algunas pesetas. De cuando en cuando algún corzo o rebeco, jabalí, pomba o perdiz cazados (Tío Eumenio, tío Serafín, Dionisio, Miguel el cojo,  eran escopetas de primera) También se abatían lobos y alguna vez incluso algún oso
. Estos depredadores , junto con la garduña , eran los enemigos naturales de los labriegos y de  las aves de corral. Por supuesto entonces no eran especies protegidas a pesar de lo cual se guardaba un equilibrio natural que hoy pasaría por envidiable.
 Aunque la escasez era la tónica dominante, existía un compañerismo y una convivencia de ayuda mutua envidiable. Y es que la necesidad une y despierta la virtud ... mientras que  la opulencia, casi siempre cobija lo contrario. En los incendios, todos eran bomberos en fila acarreando agua en calderos desde el río más accesible; en los concejos debatían  entre todos y luego  acometían a una las obras necesarias, sea el arreglo de un banzado
, la reparación de un puente... Yo asistí a la rehabilitación del puente de madera  de paso a las tierras de Lentelláis  y a los prados de la Margulleira. También era el paso natural para el pueblo vecino de Airadapedra
y de su braña matriz Campo del agua
. Era de ver las ganas y el esfuerzo de todos los hombres válidos, en ese caso coordinados (y no era nada fácil, debido al genio vivo y a  la abundancia de iniciativas individuales)  por el enérgico tío Ramón quién  desplegó unos conocimientos de ingeniería  y dotes de mando y rigor en el  pensar,  poco comunes en lugares donde la instrucción, caso de existir, era siempre muy primaria y elemental. Este puente artesano  resistío y cumplió hasta que décadas después se reconstruyó en cemento...cuando ya no se trabajaban las tierras y el único que pasaba para Airadapedra era, a caballo, el cartero teixarego Otilio.
 Con estos recursos limitados, no existiendo posibilidad de expansión, ni limitadores de embarazos que frenaran la natalidad, la emigración se dispara creciente de lustro en lustro …hasta quedar como  vecinos fijos un pequeño resto, y por supuesto,  sin crecimiento vegetativo, aunque  hogaño  parece invertirse tímidamente la tendencia... a juzgar por los nuevos empadronamientos.  Y es que ya  los servicios, comunicaciones e infraestructuras existentes permiten vivir en las adeas de la zona con plausible dignidad. Aunque todavía haya flagrantes carencias, como cobertura para telefonía móvil y servicios médicos locales por citar dos servicios básicos e imprescindibles.
Bueno, pues una de esas primeras familias que se fueron a Barcelona, pioneros  en los 50 del siglo pasado, fue la mía. Recuerdo que entonces allí sólo había dos personas vilaregas: Benita González y Victoria Amigo. Esta última, casada con un lugués  que conoció en la sala de baile al aire libre , en las faldas de la Montaña de Montjuich, no lejos del Teatro Griego y frecuentado sobre todo por  gallegos; vivía en la calle Consejo de Ciento cerca de la Pza España. Y la primera , con una hija natural y  por entonces casada con un Aragonés ; vivían  en el Campo de la Bota. Luego fueron llegando más vilaregos que se asentaron sobre todo en San Baudilio de Llobregat (hoy Sant Boi) y en Publillas Casas (Hospitalet de Llobregat) Tanto los que siguen vivos, como sus descendientes hijos y nietos pasan, en su mayoría,  verano tras verano,  sus vacaciones en el pueblo de sus raíces.
 Año tras año, se repetía el "eterno retorno"  primero con tren, y a partir de mediados los 60 en coche. Nosotros, cuando sólo circulaban carrocetas y algún Land Rover, conseguimos llegar a Villar con un seat 600 de segunda mano, sin dirección asistida y con ruedas recauchutadas. Fue el primer turismo vilarego en pasar bajo  el arco de roca viva que adornaba la carretera en término de Puente de Rey; El primero en salvar la cuesta  con peñas en punta  de Veguellina  y el primero en llegar "vivo" después de pasar por el puente  de entrada al pueblo, bamboleante de madera y  tierra apelmazada  "calafateada" con xestas . Recuerdo haber cambiado sólo dos veces la correa del ventilador de ese honrado motor trasero y resistente como ninguno si no lo pasabas de 70, lo cual evidentemente no era mi caso.
Ya en los setenta la venta de madera noble  somozana  permitió convertir  el camino hasta Parada en  pista transitable, con los puentes cementados , aunque creo recordar que aún sin barandilla, al menos al principio. Se instaló una minicentral eléctrica en Quintela que permitió llevar  iluminación a los domicilios aunque  a  todas luces insuficiente y escasa .  El pueblo cambió de cara con la posterior  llegada de la luz eléctrica de Fenosa en los 80,  la llegada de agua corriente  doméstica  amén de la red de desagüe que permitían  la introducción de los servicios sanitarios de higiene en los domicilios   y el uso de ciertos electrodomésticos de los más básicos
Ahora los accesos a los pueblos de la zona, en general, han mejorado . Se puede llegar en autocar hasta Villafranca , en tren elctrico Talgo  hasta Ponferrada  (algunos hasta hacen el camino de Santiago en bicicleta de tungsteno , ese vehículo otrora  de hierro   exclusivo de los mineros y gentes con cierto poder adquisitivo ¡ en algunos aspectos los tiempos cambian que es una barbaridad!) y también  en  turismo particular hasta los  mismos pueblos. Pero  la carretera local , a pesar de algunas mejoras anuales de mantenimiento, que álguien la bautizó como  la carretera cenicienta, por su postergación respecto al resto de las de la Comunidad,  sigue siendo peligrosa con frecuentes sustos y accidentes, y  que  periódicamente continúa cobrándose tributos mortales  entre los jóvenes: Amelinda Poncelas, Daniel, Gelín...
 Hoy la zona de  más arriba  de Paradaseca con sus carencias ,  ya se conoce y se reconoce  a nivel de Comunidad Autónoma e incluso nacional  ( está dentro de Reserva natural  de la Biosfera) y ciertamente ya era hora. Así que este año 2010,  parece ser que hay previsión de un arreglo de esta carretera, sino definitivo, sí quizás digno y en su totalidad, mejorando y ensanchando  tanto el firme como la seguridad y protección, en un plazo que, a quienes hemos dejado muy atrás la primera juventud, siempre nos parecerá excesivo. Ese es el compromiso arrancado por las pedanías afectadas, con la ayuda de alguna prensa comarcal, manifestaciones mediante, solidarias y pacíficas, aunque  firmes,  a la Diputación de León, que la gestiona. Esperemos y rogaremos a  San Cristóbal que no supriman esta Administración provincial  o, en cualquier caso,  que la "crisis" no empeore, ni haga Fomento recortes,  y  se cumpla lo prometido,  de modo que el "eterno retorno" lo sea en paz. Y que estemos a tiempo para vivirlo y poder  contarlo.