El primer recuerdo consciente que tengo de la carretera de acceso a Villar se remonta a finales de los años 50 del siglo pasado (siglo XX). La década anterior ya había ido con mis padres a Cacabelos, pero no tengo memoria de ello porque yo aún era un lactante . Al parecer mi padre , a poco de nacer yo y venir él de la guerra (corría la primavera del año 1939) se empleó en una sastrería de Cacabelos que regentaba un maestro conocido por "Pichichi". La razón de este nombre me es desconocida aunque pudiera ser que, además de sastre, fuera el máximo goleador del equipo local, si es que entonces existía ya tal trofeo futbolístico.
Parada hasta Villafranca era, según referencias, una pista algo mejor y también más peligrosa, puesto que bordeaba un alto y prolongado barranco sobre el Burbia obligando a maniobras suicidas cuando se cruzaban dos vehículos. Fue construida o mejorada en tiempos de la dictadura de Primo de Rivera. Y digo mejorada puesto que ya debía existir alguna pista de acceso a Parada desde inicios del siglo XIX con motivo de la construcción del efímero complejo fábrica de armas - herrería en la Leitosa a orillas del río Burbia a la altura de Ribón
Hasta 15 años más tarde no volví a recorrer el camino carretero de Villar (que seguía igual de duro , o incluso quizás más, debido al desgaste y el descuido) y este primer recorrido consciente no fue de Villar a Villafranca sino al revés. Era verano y volvíamos por primera vez de Barcelona en el Shangai, el mismo tren de asientos de madera de la ida, con locomotora de carbón y que nos dejó en Toral de los Vados tras 30 y tantas horas de traqueteo, trasbordos incluidos (Zaragoza, Ariza y Valladolid). En Toral hicimos el trasbordo al entrañable trenecillo , hoy fuera de servicio, de Toral a Villafranca El viaje de 20 km desde la Villa a Villar fue a pié y cargados con la casa a cuestas como los caracoles y los antiguos peregrinos de la vieira , aliviándonos del calor y del cansancio en las fuentes del camino: Valquente, Ribón, Fonte do Rodo… Yo tenía 17 años recién cumplidos y eran las primeras vacaciones que nos tomábamos para venir al pueblo, desde que cuatro años antes nos trasladáramos de Vega de Espinareda a San Baudilio de Llobregar (hoy sant Boi) en la provincia de Barcelona
Ante este tratamiento, que también repitieron otros paisanos, entre ellos quiero recordar, tía Argentina que estaba en pico do Lugar hablando con el maestro Don Jesús , yo quedé algo perplejo y con una sensación indescriptible. Entonces caí en la cuenta de que a los titulados bachilleres revalidados de la época, ya les trataban de Don. Como a los maestros, los curas y los médicos. Como a los hidalgos en la Edad Media.
Los recursos siempre justitos, debido a la condición poco propicia del terreno, se limitaban a la ganadería en pequeña escala, con un promedio de tres vacas y media docena de cabras por vecino, en régimen comunal de viceiras; uno o dos cerdos por familia y una docena de gallinas por corral. Cultivo de hortalizas (nabos, berzas, judías…) por las exiguas e hiperparceladas tiras de regadío en las riberas de los dos ríos: Los que bajaban de Tejeira y Porcarizas
. Castañas, y en las tierras y searas de secano: patatas y pan (centeno) que, cuando se cultivaban en la Alzada, era de ver el acarreo de abono de ida y vuelta con cuatro horas de camino. Era preciso una doble pareja de reses y ayuda humana, yo diría que sobrehumana, para subir el carro de ruedas macizas arrastradas por el eje fijo por el espeluznante y empinado camino, en gran parte sobre peña viva, de la Sierra
. "¡Veña oh, Marela, Garbosa, me cago en diós, ye en todos os santos!
Máximo esfuerzo para mínimo rendimiento. Y así año tras año, década tras década, generación tras generación. Si alguna gente merece reconocimiento, los paisanos de por aquí, son acreedores a un monumento nacional. Porque trabajaban de sol a sol, a veces en terrenos ariscos y quebrados, con técnicas rudimentarias y primitivas, como el arado romano, el mallo, el pesado carro chillón
, guadaña, …Como compensación podría decirse que los productos tenían el valor añadido de ser 100% ecológicos. Hoy, que ya casi nadie cultiva en la zona podrían pagarse a precio de oro. ¿Quién se anima?
La parva economía familiar se paliaba un tanto con la pesca libre de truchas (Tiolindo el camposo, y Don Jesús el maestro nacional eran verdaderos campeones que crearon escuela. También tiraban bien la caña los hijos del Secretario de Parada) el cultivo de pequeños colmenares familiares (Tío Benito,Tío Manuelón y tío Leonardo en Pico do Lugar, tía María, entre otros en el Fondo do Lugar) Y si cuadraba algunos enjambres
(tenían maña y aficción Vito, Luidino y Delmiro) Tambien la venta del "corno" del pan proporcionaba algunas pesetas. De cuando en cuando algún corzo o rebeco, jabalí, pomba o perdiz cazados (Tío Eumenio, tío Serafín, Dionisio, Miguel el cojo, eran escopetas de primera) También se abatían lobos y alguna vez incluso algún oso
. Estos depredadores , junto con la garduña , eran los enemigos naturales de los labriegos y de las aves de corral. Por supuesto entonces no eran especies protegidas a pesar de lo cual se guardaba un equilibrio natural que hoy pasaría por envidiable.
Aunque la escasez era la tónica dominante, existía un compañerismo y una convivencia de ayuda mutua envidiable. Y es que la necesidad une y despierta la virtud ... mientras que la opulencia, casi siempre cobija lo contrario. En los incendios, todos eran bomberos en fila acarreando agua en calderos desde el río más accesible; en los concejos debatían entre todos y luego acometían a una las obras necesarias, sea el arreglo de un banzado
, la reparación de un puente... Yo asistí a la rehabilitación del puente de madera de paso a las tierras de Lentelláis y a los prados de la Margulleira. También era el paso natural para el pueblo vecino de Airadapedra
y de su braña matriz Campo del agua
. Era de ver las ganas y el esfuerzo de todos los hombres válidos, en ese caso coordinados (y no era nada fácil, debido al genio vivo y a la abundancia de iniciativas individuales) por el enérgico tío Ramón quién desplegó unos conocimientos de ingeniería y dotes de mando y rigor en el pensar, poco comunes en lugares donde la instrucción, caso de existir, era siempre muy primaria y elemental. Este puente artesano resistío y cumplió hasta que décadas después se reconstruyó en cemento...cuando ya no se trabajaban las tierras y el único que pasaba para Airadapedra era, a caballo, el cartero teixarego Otilio.
Con estos recursos limitados, no existiendo posibilidad de expansión, ni limitadores de embarazos que frenaran la natalidad, la emigración se dispara creciente de lustro en lustro …hasta quedar como vecinos fijos un pequeño resto, y por supuesto, sin crecimiento vegetativo, aunque hogaño parece invertirse tímidamente la tendencia... a juzgar por los nuevos empadronamientos. Y es que ya los servicios, comunicaciones e infraestructuras existentes permiten vivir en las adeas de la zona con plausible dignidad. Aunque todavía haya flagrantes carencias, como cobertura para telefonía móvil y servicios médicos locales por citar dos servicios básicos e imprescindibles.
Hoy
la zona de más arriba de Paradaseca con sus carencias , ya se conoce
y se reconoce a nivel de Comunidad Autónoma e incluso nacional ( está
dentro de Reserva natural de la Biosfera) y ciertamente ya era hora.
Así que este año 2010, parece ser que hay previsión de un arreglo de
esta carretera, sino definitivo, sí quizás digno y en su totalidad,
mejorando y ensanchando tanto el firme como la seguridad y protección,
en un plazo que, a quienes hemos dejado muy atrás la primera
juventud, siempre nos parecerá excesivo. Ese es el compromiso arrancado
por las pedanías afectadas, con la ayuda de alguna prensa comarcal,
manifestaciones mediante, solidarias y pacíficas, aunque firmes, a la
Diputación de León, que la gestiona. Esperemos y rogaremos a San
Cristóbal que no supriman esta Administración provincial o, en
cualquier caso, que la "crisis" no empeore, ni haga Fomento recortes, y
se cumpla lo prometido, de modo que el "eterno retorno" lo sea en
paz. Y que estemos a tiempo para vivirlo y poder contarlo.