Pero Cataluña es ya independiente (de aquella manera)
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Cataluña es ya independiente en la práctica porque su Gobierno hace y deshace lo que quiere con el dinero público con escaso control real por parte del Estado español. Siempre se puede decir que el poder judicial sigue estando en Madrid, pero los jueces, como los demás altos funcionarios en Cataluña, han de plegarse a las exigencias de la Generalidad. Más bien tendría que llamarse Particularidad.
De nada vale argüir que el idioma castellano es oficial en toda España. En Cataluña no se cumple tal precepto en términos prácticos. La vida pública catalana se desenvuelve solo en el idioma catalán. Tanto es así que el resto de los españoles decimos continuamente "President" o "Generalitat" sin traducir esas palabras y otras semejantes.
La demostración simbólica de que Cataluña se comporta como un país independiente es que en sus edificios públicos no suele figurar la bandera española sino la catalana. Últimamente, además, la tradicional enseña catalana se ve sobrepasada por la estrellada, que tenemos que decir todos "estelada" en castellano. Como decimos "Tevetrés" y no "Teuvetrés".
Se encuentra en viva discusión quién debe ocupar el Gobierno de la Generalidad, ya que su estatuto real es más bien el de un jefe de Estado. La prueba es que nombra embajadores en todo el mundo. Y pasa revista solemne a su vistoso ejército uniformado con alpargatas.
Solo muy raras veces el president de Cataluña se comporta como lo que teóricamente le corresponde: el representante del Estado español en Cataluña. Para el conjunto de los catalanes (y cada vez más del resto de los españoles) el "Estado español" equivale a una forma de no pronunciar el vitando nombre de España. Seamos claros, en Cataluña se ha implantado oficialmente el odio a España. Así han sido educados la mayor parte de los niños catalanes de la última generación. Así funcionan los medios en Cataluña, todo ellos simpatizantes del independentismo a título lucrativo.
Otra cosa es que la independencia real de Cataluña lleve aparejado su declive económico y cultural. Pero eso no parece preocupar a casi nadie. El que nos haga sufrir a unos cuantos letraheridos no parece que vaya a ninguna parte. (A de Miguel)